lunes, 5 de mayo de 2008

AC Milan 2 - 1 Inter Milan

Tenía que ser fiesta nerazzurra, pero la tradición no se desmintió: jamás un título fue asignado en un clásico de la ciudad de Milán, el "derbi de la Madonnina", como se lo llama por acá. Así, Inter no pudo dar la vuelta en las caras de los odiados primos mientras que Milan, con el triunfo por 2 a 1, producto de los goles de Filippo Inzaghi, del brasileño Kaká y de Julio Cruz, tuvo sobradas razones para el festejo. En efecto, Inter sigue siendo puntero con 81 puntos, pero ahora su ventaja sobre Roma se redujo a tres unidades, cuando faltan dos partidos, mientras que Milan coronó su larga carrera hacia el cuarto puesto, que ahora ocupa con 61 unidades y una de ventaja respecto a Fiorentina. El triunfo de Milan fue correcto y hasta podría decirse que el marcador no refleja acabadamente la superioridad expresada por el local a lo largo de los 90 minutos de juego. En especial, los rossoneri no lograron concretizar en el arco, en el curso de los primeros 45 minutos, todo lo bueno construido en la cancha. Sorprendió realmente el planteo de Roberto Mancini, por varias razones: la primera fue la elección de la pareja ofensiva Cruz-Crespo, que dejó afuera al joven Balotelli, uno de los mejores en los últimos compromisos. Además, la decisión de ponerlo a Maniche (Stankovic no se recuperó) como falso enganche, con la única tarea de cuidarlo y limitarlo a Pirlo, fue reveladora de sus intenciones defensivistas, como quien se conforma con un empate cuando el triunfo hubiera representado la seguridad matemática del título. Tanta mezquindad no pudo frenarlo a un Milan que, en el final de temporada, se parece mucho más al que ganó la Champions y el Mundial por clubes que a aquel, que iba deambulando por las canchas sin ideas, de hace un par de meses atrás. La idea tçactica de Ancelotti, en cambio, fue mucho más efectiva: Kaká como segunda punta, libre de moverse por todo el frente de ataque, y la tarea de crear dejada en las sabias manos de Seedorf. Así, en la primera etapa el Milan tuvo tres ocasiones muy claras, todas con Inzaghi: en el primer caso (estupensa asistencia de Kaká luego de una diagonal de izquierda a derecha), Julio César hizo el milagro, achicando muy bien el espacio y conteniendo el remate del delantero, quien luego saltó a destiempo y erró un cabezazo en la boca del arco. Por último, Inzaghi empalmó en zambullida el centro desde la derecha de Bonera, pero su cabezazo salió apenas desviado. Para cerrar el balance de la etapa, hay que decir que el árbitro Rosetti, de buena tarea, lo gració a Rivas quien, estando amonestado, se había ganado la roja con una falta descalificadora contra Favalli, quien de hecho fue obligado a dejarle su puesto a Jankulovski. En la segunda etapa, Milan ajustó la puntería y llegaron los goles. El primero fue mérito de Kaká, quien se fue muy bien por derecha hasta el fondo y metió el centro exacto que Inzaghi, apostado por el primer palo, desvió al gol de cabeza, madrugando al desatento Rivas. Fue el noveno gol en los últimos cinco partidos del delantero y marcó su nuevo récord: nunca en su carrera había logrado anotar en cinco encuentros consecutivos. No fuese otro que por eso, Superpippo se mereció la mención de figura de la cancha. El segundo fue mérito de Ambrosini, quien aprovechó el error en la salida (por la franja derecha de la defensa nerazzurra) de un pálido Vieirá, le quitó el balón y lo habilitó a Kaká en el área: para el brasileño fue un juego de niños anotar el segundo con un derechazo rasante al primer palo. Ni siquiera la doble desventaja tuvo el poder de despertar a Inter, mientras que Milan mostró en ese caso su peor cara, la del equipo desplicente y soberbio que coquetea con el balón y desaprovecha ocasiones por presunción. Así, los rossoneri no cerraron el partido a pesar de tener un montón de contraataques para hacerlo y un error de Kalac, quien armó una barrera de amateur y se quedó mirando sin reaccionar como el remate de Cruz de tiro libre se metía, volvió a abrir el partido. Pero esta Inter no tenía recuersos físicos ni anímicos para la remontada que, en otros momentos, fue su especialidad: Milan quedó sin piernas pero pudo defenderse sin muchos sobresaltos (apenas otro tiro libre de Chivu) porque ayudado por la fórmula ofensiva elegida por Inter, el centro a la olla (Fuente ESPN).

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